Los últimos hijos – Antonio Ramos Revillas
La paternidad como tema central e hilo conductor de la trama y un protagonista atado a mandatos que lo sumen en la vergüenza de la desmaculinización tras una paternidad fallida, en esta novela de Antonio Ramos Revillas"La vida atropella, siempre encuentra la forma de chingarte. A otros les quita dinero, los condena a trabajos miserables, enfermedades, los mantiene siempre a raya del éxito, les quita las palabras. A mí me quitó a un hijo antes de nacer y siempre seré eso".
Una noche como cualquier otra, Alberto e Irene llegan a su casa para encontrarla desvalijada. Los robos se habían vuelto usuales en la zona, pero nunca habían experimentado este ultraje. La pareja descubre que no sólo faltan los esperables artículos de valor como joyas y dispositivos electrónicos, y la ropa está revuelta y desperdigada con esmero; Abril, la gata, está embadurnada en aceite y metida en una bolsa dentro del horno, como si no hubieran llegado a cocinarla; lxs ladrones habían defecado en varios lugares, incluso sobre la cama, marca imborrable; el mensaje "Ja, ja, ja" grafiteado con cinismo en la pared, la onomatopeya burlona por haber invadido la intimidad, y hasta el más preciado secreto. Ese secreto que la pareja contiene resguardado en el único lugar que, irónicamente, fue exento de violencia explícita: el cuarto del bebé. El del bebé reborn, el reemplazo del bebé que nunca llegó a nacer.
Para completar el sadismo y resaltar la amenaza como muestra de poder, lxs ladrones dejan un cd en el que registraron el video del robo: sus caras, sus voces; todo quedó grabado. Es en ese video donde Alberto ve por primera vez a Carolina, una chica de 19 años embarazada casi a término que, al tomar en sus brazos al bebé reemplazo, exige que todo quede intacto en ese ambiente. Y es entonces que, disparado por un sentimiento de venganza y de aparente humillación por no tener un bebé real y propio en la cuna, Alberto decide iniciar su propia cacería e ir en busca de lxs ladronxs, sin importar el peligro y la clara conexión con la policía, y comienza un viaje de persecución y escape detrás de una vida que amagó ser suya. Convertido en una suerte de justiciero despechado, Alberto intentará vengar lo más importante que le robó este mundo: su paternidad.
"Los últimos hijos" es un libro excelente; con una prosa hermosa y un ritmo pulido a la perfección, Antonio Ramos Revillas nos cuenta la historia de un hombre quien intentará llevar a cabo su propia justicia con la vida. No es la maternidad ni el mandato social impuesto a la mujer la temática que en esta novela se aborda; en este caso es la paternidad el tema central e hilo conductor de la trama. Alberto, protagonista y narrador, siente que ha sido despojado de su paternidad al no haber llegado a nacer el bebé que esperaban con su mujer Irene. Sin embargo, a medida que nos adentramos en la novela, vamos comprendiendo que Alberto parece haber quedado atado a mitos alrededor de la paternidad que lo llevan a una idealización del rol, sumada la vergüenza como consecuencia de una sociedad patriarcal de sentir la desmaculinización en una paternidad fallida. La desesperación de la circunstancia lleva a la pareja a recurrir a la adquisición de un bebe reborn: un bebé robot-muñeco con impresionantes rasgos humanos que se hacen a semejanza de sus padres para lograr mayor realismo. Sin embargo, el bebé-muñeco se encuentra solo en su habitación al comienzo de la novela, rodeado de lo necesario: pañales, ropa, juguetes. Todo en la habitación es real excepto lo más importante, lo irremplazable. El robo de pertenencias materiales y la violenta invasión a la privacidad de su hogar parecen ser los disparadores centrales de una búsqueda de venganza que lo lleva a Alberto a cometer una locura; mas es el descubrimiento de esa habitación, cueva y refugio de lo avergonzante, y del bebé reemplazo para Alberto muestras evidentes de una falta e impulsores reales de la persecución en busca de saciar la sed de paternar y cicatrizar tan profunda herida.
“Los últimos hijos”, una novela que debate el deseo individual, el mandato colectivo y la imposibilidad de recuperación de lo perdido en su exacta forma.
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Jimena González Lebrero.Jimena González Lebrero nació en Buenos Aires en 1983. Es Licenciada en lengua y literatura inglesa, traductora, profesora de inglés y astróloga. Hace 13 años que se desempeña como docente en escuelas secundarias. Esbookstagrammer y maneja una librería virtual que fundó en honor a su mamá, Las Orquídeas de Dolores. Notas de Jimena
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