Las estatuas olvidadas no aparecen en los manuales de historia - Diego Rosake - ADELANTO
Compartimos con ustedes algunos de los textos del poemario "Las estatuas olvidadas no aparecen en los manuales de historia" del escritor, editor y librero bahiense Diego Rosake, ya pronto a salir de la mano de la editorial Caleta Olivia
"enero VIII"
| Cuando éramos chicos con andrés |
| no soportábamos la realidad |
| y nos creíamos hasta el paroxismo |
| que debajo del patio de la casa de donado |
| se escondían naves que podíamos usar |
| para violentar el cielo e ir a otros planetas |
| entonces lynda carter era |
| el amor de nuestras vidas |
| y teníamos bien en claro |
| que si jugábamos a brigada a |
| él era annibal smith y yo mister t |
| nos sentíamos invencibles |
| antes de que un aeropuerto |
| determinara la distancia |
| que atraviesa nuestro presente |
| pero una tarde después de lagrimear |
| por el humo de las ramas verdes del asado |
| abandonamos aquel secreto |
| y volvimos a llorar |
| ese día también |
| cagamos en una lata de leche nido |
| y la enterramos en el fondo del jardín |
"agosto XX"
| Nunca vi una vaca de cerca |
| me revelaste |
| después de tres horas de viaje |
| por esa ruta provincial |
| aunque yo estaba seguro |
| de que en el campo de juliana |
| habías acariciado una |
| frenamos en la banquina |
| y nos arrimamos a ver a dos |
| que dormían sobre el alambrado |
| nos quedamos en silencio un buen rato |
| en el auto me dijiste |
| el suelo de este campo |
| está lleno de gente que ya no está |
| después agregaste que esa canción de fito |
| te ponía demasiado triste |
| llegamos a la ciudad ya de noche |
| cantando a los gritos |
| los temas de soy luna |
"diciembre XIII"
| Tenía pensado no levantarme |
| en todo el día por la resaca |
| pero entonces me avisaste |
| que habías preparado alcauciles |
| y tuve que ir a pesar |
| del dolor de cabeza y el mareo |
| comer alcauciles |
| es un ejercicio de paciencia |
| desarmar hoja por hoja |
| raspando la pulpa |
| con los dientes de abajo |
| enchastrando los dedos |
| y en mi caso también los bigotes |
| la corteza que queda |
| se tira en un plato |
| que suele ponerse en el medio |
| mientras se hace ese ruidito particular |
| hasta alcanzar el corazón |
| que como el lugar común lo manda |
| siempre es lo más tierno |
| no comía alcauciles |
| desde aquel cumpleaños |
| en la casa de la abuela |
| y hoy que vos los cocinabas |
| por primera vez |
| nos pasamos el almuerzo |
| hablando de ella |
| ese fue nuestro ritual de recuerdo: |
| arrancar |
| arrastrar |
| dejar las sobras en el plato |
| y hablar todo el tiempo de ella |
| de lo bien que cocinaba |
| de lo imposible que era |
| entender sus recetas |
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