La tensión del umbral - Eugenia Almeida

Un suicidio y la necesidad de entenderlo construyen un policial que recupera parte de la historia argentina reciente.
La tensión del umbral - Eugenia Almeida



“La tensión del umbral” es la tercera novela de la escritora cordobesa Eugenia Almeida. La primera “El colectivo” ganó -gracias a una amiga y al impulso de enviar sin pensarlo mucho una obra a un concurso español- en 2005 el Premio Internacional de Novela del Salón del Libro de Gijón, lo que le permitió ser publicada por una editorial internacional como Edhasa y a nosotros los lectores, nos permitió acceder a la obra de una autora que deja en quien se acerca a una de sus obras la necesidad imperiosa de ir por más.

Al comienzo de la novela nos encontramos con el suicidio de una mujer muy joven frente a un bar, en pleno centro de la ciudad de Córdoba. Según los testigos Julia -nombre que conoceremos más adelante con el paso de las páginas- estuvo esperando frente al bar a que un cliente saliera, le habló y le apuntó con un arma. Este hombre sin darle respuesta dio media vuelta y siguió su camino, mientras se alejaba del lugar escuchó el sonido de un disparo: la mujer había dejado de apuntarlo, giró el arma hacia sí misma y gatilló.

Este hecho podría haber quedado como un suicidio más de los tantos que ocurren a diario a lo largo y ancho del mundo (las cifras son escalofriantes, pero eso es tema para otro análisis) si un periodista que fue enviado por su jefe a cubrirlo, periodista con contactos cercanos con la comisaría de la zona y un pasado tortuoso, no hubiera decidido investigar por su propia cuenta el hecho buscando “entender” qué o quién había llevado a la mujer a tomar semejante decisión. El instinto de Guyot -el periodista en cuestión- es acertado al pensar que en ese hecho hay algo oculto, pero a partir de ese momento sólo lo pondrá en peligro a él y a su entorno cuando desde el puesto más alto de un ministerio se ordene detener toda investigación. ¿Qué se busca ocultar con esta orden?

Almeida reconstruye a través de la ficción el destino de la llamada mano de obra desocupada de la dictadura argentina en Córdoba, muestra qué fue de esos hombres que secuestraron, torturaron y asesinaron a miles de personas impunemente y que, de alguna manera, se han reinsertado en la sociedad pero siguen perteneciendo a redes de poder que se mantienen en las sombras y que resultan intocables. Redes dispuestas a eliminar a propios y ajenos que pongan en peligro su bienestar, su poder o su seguridad.

Si bien la novela comienza con un hechor particular e individual, a medida que avanza va abriendo nuevos focos de interés relacionados al entramado social y en ese momento podemos definir a este texto como una novela de tesis donde el autor busca generar un debate, en este caso social, sobre cómo ese pasado que algunos creen que está superado (o que debería ser olvidado) sigue estando tan presente y manejando varios hilos de nuestra actualidad.

Personalmente soy de las que leen recreando cada palabra del texto en mi cabeza, como si a través de la lectura se proyectara en mi mente la película de esa historia escrita. No sé por qué comencé imaginando el desarrollo en una calle céntrica de Buenos Aires, pero en un momento de la lectura sentí un eco en la escritura de Almeida que me llevó directo a la vidriera de un bar en la Avenida Colón en mi Ciudad de Córdoba y a partir de ese momento muchas cosas comenzaron a cobrar un sentido diferente para mí, porque si bien esta es una historia de ficción y ningún personaje pueda identificarse con alguna persona real, los escenarios son los de mi ciudad, la historia ocurre en ella y seguí leyendo en una clave diferente. Por supuesto esto que me ocurrió es algo muy personal, no es necesario conocer las calles de Córdoba para quedar atrapado por la novela, pero si me hizo pensar -una vez más- en cómo las emociones y todo el bagaje que llevamos encima influyen en la lectura y afirmarme -una vez más- que cada libro tiene un momento para llegar a nuestras vidas, si llega antes o después no podremos hacer conexión con él. Tuve la inmensa fortuna de encontrarme con “La tensión del umbral” -por recomendación de una periodista conocida- en el instante justo.

Esta es una novela policial, aterradora por la cercanía tanto en tiempo como en espacio, pero que no por ello renuncia a la poesía de la escritura. Nunca leí un policial tan bellamente escrito. ¿Puede el relato de un suicidio, la búsqueda azarosa de culpables y responsables, el dolor profundo y desgarrador narrarse de forma literariamente hermosa? Eugenia Almeida demuestra que si, que la escritura estética, que la poesía hecha prosa no se limita a textos donde las emociones agradables y el amor son protagonistas. La muerte violenta también puede ser -literariamente- hermosa.



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Soledad Hessel.Editora/Redactora de trenINSOMNE. Periodista. Siempre supo que las palabras eran lo suyo. Escribe y lee desde que recuerda y tiene una pasión por los libros como objetos de culto. Co-conductora del programa radial "Nunca se sabe" por radio La Desterrada. Columnista de literatura y cultura en medios gráficos y radiales. Fue corresponsal del diario La voz de Santa Cruz y de la Revista En acción de La Plata en la Ciudad de Córdoba. Además, fue miembro del Comité de Redacción y Editora del Boletín de Divulgación Científica de la Universidad Nacional de Córdoba. Notas de Soledad