Mariela Dorfman: "Vivo en estado literario"

Mariela Dorfman

Autora prolífica aunque aún inédita, Mariela Dorfman nos abre las puertas de su mundo y su escritura

Mariela Dorfman es una autora prolífica pero aún inédita, salvo por algún cuento aparecido en antologías que nos permiten conocer su escritura atrapante y llena de recuerdos propios, ajenos e inventados, y de personajes cercanos y reconocibles a pesar de ser seres de ficción.

Si bien la lectura y la escritura son parte de su vida desde que tiene memoria, eran sólo un hobby que la llenaba de placer pero que nunca, hasta hace poco año, se planteó como forma de vida. “Desde muy chica me gustan mucho las bibliotecas -nos cuenta Mariela-, viví una época en Devoto y había una biblioteca preciosa en la esquina de la plaza que era enorme, a la que iba, supuestamente, a estudiar, pero en realidad lo que hacía era leer. Agarraba cualquier libro y lo leía. Era como estar en otro mundo, y me encantaba ese mundo. Y después en el colegio con las redacciones me di cuenta de que me gustaba escribir pero nunca en mi vida pensé en ir a estudiar letras ni nada de eso, lo hacía como hobby, y de más grande se ve que empezó a salir un poco más y cada vez más, hasta que no lo pude evitar”.

Este no poder evitar escribir comenzó a verse en el afuera hace unos ocho años, cuando la autora comenzó a conectarse con talleres literarios y a mostrar lo que escribía a los demás. “Si bien escribí toda la vida, hace unos años no lo pude guardar más y comencé a ir a talleres, pero despacito, como con miedo, porque cuando uno empieza a escribir también empiezan a salir cosas y te da un poco de miedo ver qué sale. Es como me imagino que debe ser con cualquier persona que esté relacionada con el arte, todo tiene que ver con uno, por más que hable de un perro estoy hablando de mí en realidad”.

Hace un año, en esa búsqueda por los talleres conoció al escritor y librero Luis Mey. Conectaron, se hicieron amigos y Luis es quien hoy la guía en esta escritura que se ha vuelto para Mariela Dorfman tan necesaria como respirar. “Yo escribo mucho en la semana, a veces llego con sesenta hojas y nunca llegamos a corregir todo, entonces se lo termino mandando por mail y él lo mira. Es un ida y vuelta constante, es leer lo que yo estoy trabajando en ese momento y que él me de su opinión y entre los dos ir viendo si hay algo para corregir. Trabajamos el tema no de formas sino de esencia, de la matriz de la escritura. Ver como armar el esqueleto, como si fuera un edificio, toda esa parte de armado más arquitectónica la hago con él”.

A pesar de trabajar en el área de cobranzas de una empresa familiar -“nada que ver con este mundo” aclara- vive en “estado literario” la mayor parte del día, y todo, y todos, pueden volverse cuento o personaje de una novela. “Puedo estar sentada leyendo en un bar y pasa una nena caminando y pienso que sería buena idea escribir sobre una nena. O estoy charlando con vos y un tema me queda dando vueltas y termino escribiendo sobre eso”. A pesar de escribir mucho, no hay un método de escritura, salvo sentarse a escribir. “Me siento a escribir y quizás ese tema inicial que es sobre lo que me senté a escribir se pierde y termino hablando de cualquier cosa. Eso que pasa en el proceso es maravilloso, uno no sabe a dónde va. Es como subirse a un avión y no saber a dónde va, no saber qué va a pasar en el camino, como la vida en realidad”.

Y el hecho de que todo sea contable y ficcionable la lleva a escribir mucho, todo el tiempo, utilizando muchas veces como punto de partida alguna situación que le tocó vivir, pero saliendo de si misma de a poco y convirtiendo a ese personaje en otra persona totalmente alejada de su realidad. “A veces parto de una base mía, pero después la historia se va por las ramas, queda todo mezclado, no sabés qué es verdad, qué es fantasía, qué es ficción. Tomo cosas de mi porque soy yo la que está escribiendo, pero no me gusta lo autobiográfico así estricto. Lo mezclo y que nadie se entere que es cierto y qué es ficción”.

A partir de sí misma y de su realidad, escribió una nota en el diario Clarín tomando como base una de sus novelas: La goy, que hoy duerme en un cajón esperando ver qué pasa con ella. “En el diario les interesó el tema de las dos religiones (Mariela es hija de madre católica y de padre judío), y lo de la mitad y mitad. Ahí si hablé de mí, eso si es mío, autobiográfico. La nota surge a partir de “La goy” pero cuando terminé de escribir para el diario me puse a revisar la novela y no quedé convencida. Entonces empecé a escribir otra que supuestamente iba a ser para adosar a eso, para intercalar, pero terminó siendo otra, salió otra novela y La goy quedó ahí”.

Este último año, donde todo parece haberse disparado, fue un año de mucha producción literaria pero sin difusión. “Voy por la sexta novela, alguna que no está terminada, y muchísimos cuentos. Lo que pasa es que esto pasó en muy poco tiempo, no me dio tiempo ni de digerirlo, recién estoy viendo qué es lo que hago con lo que tengo. Todo este año estuve en tarea de escritura y corrección y recién ahora puedo decir que tengo este material y decidir qué es lo que hago con él. No hice mucho todavía para que me conozcan, porque disfruto tanto del proceso que en realidad, me encantaría poder publicar y que se de, pero no es lo más importante para mí hoy. Yo me siento a escribir y soy feliz. Cerrar la puerta de mi casa, poner música y sentarme a escribir es lo que me hace feliz”.

Su vida, la de quienes la rodean eventualmente y la lectura son sus fuentes principales de inspiración. “Hace unos días hablaba con una chica que también escribe y me decía que no estaba leyendo y yo le preguntaba ¿pero cómo haces? Para mí no existe el “no leer” porque la lectura es como el combustible de la escritura, sino leo tengo menos ideas, es como que me vacío de temas. La lectura y la observación de lo diario, de la vida, de lo de adentro, lo que te pasa con respecto a esto o a lo otro es lo que a mí me dispara para escribir”.

Con seis novelas casi listas para publicar, y una cantidad bastante importante de cuentos, siempre hay lugar para nuevas ideas y nuevas historias. “Tengo cuatro libretas donde voy anotando cosas, ideas para escribir. Hay momentos en los que no sé qué hacer y agarro esos cuadernos, empiezo a re leer y tomo algo de eso para seguir. La novela que estoy escribiendo ahora la empecé escribiendo con la voz de un hombre, la estoy escribiendo como si fuera un hombre. No me está siendo fácil pero me divierte mucho. Esta idea surgió porque un día Luis me dijo que no había escrito nada sobre un ex, y dije voy a escribir algo como si fuera un hombre. Me puse a investigar y estoy aprendiendo un poco de cómo piensan, cómo miran y cómo sienten los hombres. Me gusta investigar porque yo me puedo imaginar pero en realidad hay cosas que no sé. Y hasta que no te empezas a meter en los temas no aprendes, me gusta meterme en otros mundos”.

Para cuando esta novela esté terminada, ya tiene lista la historia de la próxima: “es sobre una madre anciana y su hijo, es una crónica de esa abuela, de todas las novias que le va trayendo este hijo y de todas las conexiones familiares que se van armando en el medio. La familia da para cuento, todas las familias dan para cuento”.

De aquellas escapadas de niña a la biblioteca para leer en lugar de hacer los deberes a este hoy han pasado por las manos de Mariela Dorfman muchos, muchísimos libros, de todo tipo y estilo. “Cuando era chica todo me llamaba la atención y sigo igual. Cuando te digo todo hablo de una enciclopedia de medicina, un libro de cuentos o uno de historia. Todo me llama la atención, pero Me gusta leer de todo pero no se puede, no me da la vida para leer todo lo que quisiera”, y este todo incluye autores de lo más variados y de todos los rincones del mundo. “Ahora estoy leyendo a Imre Kertész (autor israelí, Premio Nobel de Literatura 2002), que es distinto a lo que venía leyendo pero me encanta. Empecé a leer a Tobías Wolff, y terminé de leer tres novelas que me volaron la cabeza: “Middlesex” de Jeffrey Eugenides, “Kane y Abel” de Jeffrey Archer y “El mundo según Garp” de John Irving. También estoy releyendo “Nueve cuentos” de Salinger y tengo empezado “Pregúntale al polvo” de John Fante. Leo varios libros a la vez”. Y las dos, como buenas fanáticas de las palabras, nos ponemos a anotar las recomendaciones de la otra, porque a pesar de tener varios libros empezados, y algunos sin empezar esperando en alguna estantería, siempre hay lugar para un libro nuevo.



Soledad Hessel.Editora/Redactora de trenINSOMNE. Periodista. Siempre supo que las palabras eran lo suyo. Escribe y lee desde que recuerda y tiene una pasión por los libros como objetos de culto. Columnista de literatura y cultura en medios gráficos y radiales. Fue corresponsal del diario La voz de Santa Cruz y de la Revista En acción de La Plata en la Ciudad de Córdoba. Además, fue miembro del Comité de Redacción y Editora del Boletín de Divulgación Científica de la Universidad Nacional de Córdoba. Notas de Soledad