Azar y Literatura: cuando los libros juegan a tu favor
El azar -tanto cuando juega a nuestro favor como cuando lo hace en contra- suele meterse en todos los ámbitos de la vida. La literatura, su producción y por qué no la lectura, no podían escapar a sus reglas
El azar es usado muchas veces como excusa. No tuve suerte decimos, los dados no estuvieron de mi lado está vez.
Si bien muchas veces relacionamos el azar con un resultado positivo, si nos vamos al diccionario, el azar resulta ser en su segunda acepción "desgracia imprevista". ¿Cuántas veces se deja en manos de la buena fortuna el destino sin pensar que la fortuna puede, ese día, no estar de nuestro lado? El azar es caprichoso, como caprichosa es la vida cuando dejamos de lado nuestra propia responsabilidad y acción esperando que el afuera decida, favorablemente claro, por nosotros.
Y así como en el acontecer cotidiano el azar mete la cola en acciones grandes o pequeñas, en la literatura, como buen reflejo de esa vida, el azar es un elemento indispensable en muchas historias. Es protagonista indiscutible de novelas clásicas como El jugador de Dostoyevski, donde se encuentra tanto en la trama con un protagonista experto en los juegos del casino y adicto a la ruleta y que será un elemento indispensable para llevar adelante sus planes. Pero no queda en la ficción la función del azar sino que también se encuentra en las condiciones de su producción: El jugador fue escrita en menos de un mes, como producto de una desesperada apuesta de Dostoyevski con su editor, una apuesta surgida de su necesidad de pagar las deudas de juego que lo acosaban. Deudas producto de jugar con el azar.
También podríamos decir que el azar juega un papel preponderante a la hora de escribir, de encontrarse con un tema que funcione como musa, que lleve a desarrollar un texto que inspire al otro, que lo interpele, un tema que permita que esa relación indispensable para que un cuento, un poema o una novela tenga el cierre definitivo que es su encuentro con el lector. ¿Será necesario el azar en estas circunstancias de producción o el encuentro con una musa se deberá más que a la buena fortuna a un camino literario recorrido, a una percepción desarrollada a partir de la escritura previa?
Si le damos una vuelta de tuerca a la concepción que tenemos del azar y la relacionamos con mi última pregunta, podemos tomar como propia la idea de Borges planteada en una conferencia que ofreció en 1977 sobre La Divina Comedia, en la cual sostiene que " no hay azar, lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad" y agradece a este el haberse encontrado con los tres volúmenes de la gran obra del Dante, aunque sabemos que no fue la suerte sino su camino lo que lo llevó a ese encuentro. ¿Somos las personas las que construimos nuestro propio destino con nuestras acciones-o la falta de ellas- responsabilizando al afuera, dándole al azar, a la suerte (buena o mala) el carácter de definitorio de aquello que finalmente nos ocurre?
Hablando de lecturas y lectores y siguiendo con nuestro tema de hoy…¿cómo interviene el azar en el lector? Yo, amante incondicional de la lectura, podría decir en función de mi propia experiencia, que todo lector ya es un ser afortunado, que la suerte ha estado de su lado al permitirle acceder a este mundo que lo llenará de nuevas experiencias, sentimientos, emociones y conocimientos. Algunos lectores, como tales, tenemos la buena fortuna de habernos criado en una casa llena de libros, y haber tenido una buna guía para iniciar nuestro camino lector. ¿Todos los lectores tienen esa buena suerte? Lamentablemente no. Algunos llegan a los libros de grandes, otros, con la mala fortuna de su parte, nunca se convertirán en un lector. Algunos podrán llegar a la literatura y tendrán el azar (el bueno) de encontrarse con un libro que los marque, que los invite a seguir leyendo, a continuar la búsqueda de historias y podrán encontrar otro, y otro libro más que les de la pauta de que van por el camino correcto (o no, que esa no es la ruta, que hay que cambiar el rumbo). Y aquellos más afortunados aún encontrarán una guía que les permita descubrir nuevas voces, nuevos espacios donde esconderse entre palabras, donde hacerse amigo de un personaje que podría ser él mismo. Es importante aclarar que ese o esa guía puede venir en distintos formatos. Puede ser un librero de raza, una madre lectora, una novela que nos hable de otras, un amigo que descubrió casualmente (y el azar sigue metiendo la cola) un libro que lo enamoró y lo hizo pensar en nosotros. O todos estos juntos en distintos momentos de la vida. Lo importante es encontrar esas letras que nos lleven a otras y a otras y a otras más. Porque el camino del lector es un camino lleno de cosas buenas, que pueden no ser las que buscamos, pero siempre dejarán en nosotros cosas que nos permitan crecer.
(Ya que estamos hablando de Azar, y en un juego de palabras, permítanme recomendarles el libro “Leer Lolita en Teherán” que no tiene que ver con el azar -o quizás si- de la autora iraní Azar Nafisi, que llegó a mis manos hace muchos años por un golpe de buena suerte, y que los invito a leer porque es un texto que habla de la buena fortuna de encontrar gente con la cual compartir lecturas y placeres incluso en momentos de opresión. Y de paso, como un bonus maravilloso, nos recomienda lecturas entrañables).
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Soledad Hessel.Editora/Redactora de trenINSOMNE. Periodista. Editora. Gestora Cultural. Siempre supo que las palabras eran lo suyo. Escribe y lee desde que recuerda y tiene una pasión por los libros como objetos de culto. Conductora del programa radial "A la vuelta de la esquina" por radio La Desterrada. Coordinadora del ciclo de lecturas on-line "Lecturas en el tren". Columnista de literatura y cultura en medios gráficos y radiales. Fue corresponsal del diario La voz de Santa Cruz y de la Revista En acción de La Plata en la Ciudad de Córdoba. Además, fue miembro del Comité de Redacción y Editora del Boletín de Divulgación Científica de la Universidad Nacional de Córdoba. Dicta talleres de lectura y escritura. Notas de Soledad
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