Se sube al tren: Tomás Guala
Hoy se sube a nuestro tren el escritor Tomás Guala y nos presenta un poema de su libro "El jardín de la inocencia"
- ¿Cuando y por qué comenzaste escribir?
- Fue en 2010. Junto a Daniel Pelman, un gran amigo músico, hacíamos sus canciones (yo cantaba y él me acompañaba en guitarra). En octubre de ese año estaba por nacer mi primera sobrina, Sofía. Me acuerdo que llamé por teléfono a Dany, le conté que quería hacer una canción para Sofi y mi hermano y empezamos a componer sobre las primeras ideas. No tardé en ir a su casa y compusimos la canción completa. Casi toda la letra fue mérito de él, no solo la hermosa melodía. Luego la grabaríamos en el estudio el mismo día que nacía Sofía, sin que yo lo supiera (me enteré minutos antes de entrar al estudio). Estaba abriéndome camino hacia la sincronicidad del universo, y así, empecé a escribir.
- ¿De que se nutre tu escritura?
- Al principio, de las canciones de Dany, que son las que más influyeron en mí a la hora de escribir, además de la música que escucho, de mi alrededor, mis afectos y la sociedad. Luego fue mutando, transformándose. Ahora intento reflejar en mis poemas aquello inconsciente que me invade y me im-pide salir. Trato de plasmarlo, principalmente como un deshago, para descubrir qué hay dentro mío, sorprenderme de mí mismo y seguir des-aprendiendo en este camino. Es mi búsqueda constante. En resumen, se nutre de mis miedos, mis pérdidas, mis vivencias, del niño que fui (y soy), de la incertidumbre de la existencia, de la consciencia (llamémosla dios o como cada uno prefiera), de aquello que pide salir de mí y mostrarse al mundo. Siempre, cubierto de esperanza.
- ¿Tenés rituales a la hora de ponerte escribir?
- No. Trato de respetar los momentos en los que me sale una idea, una frase, un párrafo y lo anoto directamente en la PC. Si estoy lejos, lo anoto en el celu y luego lo paso al archivo correspondiente. Cuando veo que ese archivo ya cumplió su etapa y me gusta el material, lo convierto en libro. No sé si llamarlo ritual, pero desde mi cuarto libro en adelante lo hago así: ordenado. Nada que ver a mis primeros libros, que fueron una selección de poemas que fui clasificando y separando en conceptos. Parece paradójico, ya que mi escritura se fue transformando en algo más libre, informal, no solo en el mensaje sino también en la estética (digamos que me volví mucho más concreto) y, desde este cambio, me volví más ordenado. Es decir, cuando era más estructurado, me invadían los papeles. Ahora que estoy más suelto, me resulta más fácil ordenar los conceptos.
- ¿Hay algún tema que aún no te animaste a enfrentar con tu escritura?
- Guau, ¡qué pregunta! Con respecto a una temática en particular, te diría que no sé, porque en realidad no soy de escribir sobre temas en sí. Simplemente escribo y me dejo llevar por mi inconsciente. Pero el mes que viene editaremos, con Peces de Ciudad, mi tercer libro Todos nos vamos. Este libro habla de la muerte, del tiempo, del olvido, que para mí son una misma cosa. En mis primeros dos libros también hablo de la muerte, pero este es más evidente, más directo y preciso. Siento que me la jugué a dar un paso importante y que si esta pregunta me la hacías hace unos meses, te hubiera dicho que el gran paso era este libro. Por otro lado, tengo una selección de poemas que escribí hace años y todavía no me animé a enfrentar como se merecen. Una de las razones puede ser que la calidad de los textos no es la misma que la de ahora, pero vamos, ¡es una excusa! Me dejaré responder, a través del tiempo, esta pregunta. En definitiva, todo sucede en su debido tiempo.
- Te doy una bola de cristal para ver el futuro, ¿cómo te ves?
- Mostrando esos textos que todavía no enfrenté (o librándome de ellos) jajajaja. Por lo pronto, el mes que viene me veo presentando Todos nos vamos y concluyendo así una etapa muy significativa en mi vida, que abrirá otra, ya que en los próximos años editaré varios libros, escritos desde 2016 en adelante, que reflejan una gran diferencia con los anteriores, tanto a nivel estético como de contenido. Así que me veo sorprendiéndome a mí mismo, llegando cada vez más lejos, trascendiendo la individualidad (hermosa, por cierto) de la poesía, entrando más en el terreno social y, por supuesto, escribiendo. Siempre escribiendo.
- Hoy ¿por qué escribís?
- Hace un tiempo escribí: “Todavía me estoy buscando. Quizás, por eso escribo. Quizás, por eso nunca dejaré de escribir”. Ahora pienso que en realidad no sé el por qué y quizás nunca lo sabré. Creo que no es nuestra tarea saberlo, al menos, la principal. Pero sí que hay un para qué. Escribo para descubrirme, para desahogar mis angustias, para hacer conciente lo inconsciente. Esa es mi búsqueda constante.
"III"
Fue en San Fernando, era de noche.
Rompí cada una de las hojas del pasado
y pensé, pensé tanto
que nada pude comprender
.Y ahí estabas, como siempre.
Eras presente (mi presente).
Una ausencia poética jamás sentida.
Un destello único jamás olvidado.
Mi lugar en el mundo no tiene flores.
Sus piedras frágiles retumban en mis ojos.
Mi lugar en el mundo no existe todavía.
Solo camino por Lavalle,
mi San Fernando y su brisa.
¿Qué sería del tiempo y de esos años,
cuando aquel niño era yo mismo, quien soy ahora?
Pero el ahora ya es pasado.
Y la nostalgia, una bella imagen de las sombras.
¿Qué será de mis sueños esta noche?
¿Qué será de mí?
El niño vuelve y me regala un espejo
que lo guardo en el alma.
Publicado en: "El jardín de la inocencia"