Se sube al tren: Noelia Palma

Noelia Palma

Hoy se sube a nuestro tren la escritora Noelia Palma y nos presenta parte de su trabajo, publicado en su primer libro: "Que la muerte nos ampare".

- ¿Cuando y por qué comenzaste escribir?

- Siempre tuve muchísimo estímulo en casa. Mi mamá es profesora de Lengua y literatura. Pero a los 7 años con mi abuela encontramos un pichón caído de un árbol y lo llevamos a casa. Lo curamos, lo protegimos. Pero cuando se descuidaron quise bañarlo y lo ahogué. Fue traumático porque yo quería tenerlo para mí. Entonces lo enterré en un rosal (mi casa anterior estaba repleta de rosales coloridos que plantaba mi abuela) y escribí un poema a modo de disculpa. Después “el viento se lo llevó”.

- ¿De que se nutre tu escritura?

- Esta pregunta es hermosa, me hace repasar tantos años escribiendo. Creo que se nutre de mí. De mi vida. Se nutre de lo que acontece. No de forma explícita ni a modo de anécdota. Pero, dicho vulgarmente, pensarlo es vivirlo.

- ¿Tenés rituales a la hora de ponerte escribir?

- Tenía muchos rituales. Y pasaba muchísimas horas escribiendo. Hoy puedo decir que espero a que mi hijita duerma, entonces voy a la cocina, preparo tereré (sí, en invierno y en verano porque soy adicta al azúcar) y enciendo un cigarrillo (y otro y otro) y escribo.

- ¿Hay algún tema que aún no te animaste a enfrentar con tu escritura?

- Uno cree que escribe sobre todas las cosas. Hace poco me dijeron que en el libro se nombra demasiado a la muerte. Sin embargo yo creo que no logro todavía decir que el verdadero miedo es dejar de ser este nombre, este apellido, esta familia, esta vida, esta madre, este lugar. Y a lo mejor sea porque no me animo.

- Te doy una bola de cristal para ver el futuro, ¿cómo te ves?

- Me veo madre ante todo. Y me veo escribiendo. Vieja y gordita, seguramente, coqueta y en chancletas polar.

- Hoy ¿por qué escribís?

- Hoy, y como siempre, escribo porque no sé no escribir. Escribo porque nunca entendí la vida de otra forma.


"Que la muerte nos ampare"

3.

Las palabras no son sonidos

son golpes, temblores

remontando su duelo como un barrilete.


11.

Y más adentro

-en la garganta-

el gajito de una fruta, un centímetro de voz conjurando

la humedad, una palabra

la carta de amor toda deglutida

áspera

el escalofrío de un pedazo de papel atragantado.

Te escribí

mi mejor muerte.


20. Oración de los desprotegidos

Que la muerte nos ampare

que la muerte nos tenga en la gloria

a vos a mí

por los siglos de los siglos

hacia el final de todos los tiempos

y en cada tumba

que fuimos cavándonos

hasta el hueso.


"El oficio de morirse mal"

6.

Supe que mi cuerpo era de poema cuando no me tuve piedad.

Aprendí a leer de un soplo la muerte

y a vivirla.


18.

La memoria es un soplo de olvido

cierro mis ojos para asistirme siendo

fumo el último cigarrillo atemporal de mis pulmones

espero una carta en medio de una lágrima

de nacimiento

sólo tengo este padecer mío: dolor de mundo

me alucinan las noches y los días

la torpeza del alma cuando llamo

vértigo increíble: miedo a no saber escucharme


"Amado en septiembre"

9.

Señalo aquí

donde apuñala

el amor en su hermosura de asesino

abro con furia la sombra para que entre

como un cuchillo desafilado y salga

como saliva que reverbera las horas en que todo se anida

bajo mis párpados que nunca despiertan

del calvario de saberte

apuñalame, entrangulame

el odio, esa bendición, nos desnuda.