Se sube al tren: Janice Winkler

Janice Winkler - cuento - narrativa - El vagón del escritor - Audiocuentos - escritora - poesia - poeta - poesía para niños - té

Hoy se sube a nuestro tren la traductora y escritora Janice Winkler y nos adelanta algunas estrofas de su libro de poesía para niños "Para tomar un buen té", a publicarse próximamente.

- ¿Cuándo y por qué comenzaste a escribir?

- En sexto y séptimo grado tuve una maestra que era Miss Trunchbull, la directora del cole-gio de Matilda, pero, debo decir, me encantaban las tareas que nos daba. Nos hacía leer y escribir, y dibujar a partir de lo que leíamos. En sexto gané el concurso de escritura, el único que gané en mi vida. Después creo que largué, me dediqué más a leer y a escuchar música, y a ser muy adolescente, pero todo eso (y acá te voy a responder la pregunta que sigue) nutrió y nutre mi escritura. Sobre todo, la lectura. Después volví a escribir a través de mi carrera. Soy traductora de inglés y traducir no es otra cosa que reescribir, escribir de otra manera. Mi título es Traductor (así, en masculino) Técnico-Científico y Literario. Yo borré el “Técnico-Científico” y me dediqué a lo literario. No imagino a nadie que se dedique a traducir literatura y que no se le despierte, la aplique o no, el ansia de escribir.

- ¿De qué se nutre tu escritura?

(ver respuesta anterior)

- ¿Tenés rituales a la hora de ponerte escribir?

- No, soy muy inconstante. Escribo cuando pinta. Por eso, no me considero escritora. Soy traductora. Soy lectora. Soy mamá. Soy curiosa. Soy fanática de gente que hace cosas lindas, que escribe, que hace música, que pinta, que canta. A veces, algo de todo eso me impulsa a escribir. Me siento y lo hago. La mayor parte del tiempo, no escribo.

- ¿Hay algún tema que aún no te animaste a enfrentar con tu escritura?

- Un montón, casi todos. Pero, por ejemplo, cuando me animé a escribir cuentos eróticos, o cuentos macabros, o cuentos mejor vistos que mis relatos semi-autobiográficos o “basados en hechos reales”, no me pasaba nada. A mí no me pasaba nada, no me convencían. Aunque, por otro lado, la escritura autobiográfica (o semi) me cansó, me cansé de mí. La literatura infantil me abrió la puerta que había estado buscando (la puerta escondida en el muro) porque puedo jugar, divertirme, poner un poco de esto y un poco de aquello, y no tiendo a hablar de mí, sino a hablar de temas que me interesan, valiéndome de la poesía y de la imaginación. Siempre me gustaron los libros ilustrados, pero desde que empecé a comprar libros para mi hija y, sobre todo, desde que empecé a compartirlos con ella, a leerlos una y otra vez, a copiar sus dibujos, inventarles otros finales, otras palabras, etc, etc, etc, la literatura infantil me terminó de enamorar.

- Te doy una bola de cristal para ver el futuro, ¿cómo te ves?

-Puedo decirte lo que deseo. Y deseo que las cosas sigan más o menos como están. No porque no quiera que se muevan, sino porque vivo en movimiento. Vuelvo a lo de arriba, soy curiosa y mi curiosidad me lleva a vivir aprendiendo y probando. Hoy pensaba, por ejemplo, que si pudiera volver a empezar, me dedicaría a la cocina, porque me encanta cocinar, pero esto lo descubrí hace unos años. Quiero decir, si me hubieras preguntado esto de la bola hace quince años, ni por asomo habría visto mi sombra en la cocina.

- Hoy ¿por qué escribís?

- Porque me divierte, me hace pasar buenos momentos, que van más allá del momento de sentarme a escribir. Corregir es una actividad hermosa. Y, después, compartir, aprenderme los poemas de memoria y recitarlos mirando al público a los ojos.

- ¿Cuál es la historia detrás del texto que publicamos?

- Siempre me gustó mucho el té. El año pasado, en este constante movimiento, busqué lugares donde estudiar sobre el tema y, por suerte, di con El Club del Té, una escuela de formación. Fui a un curso introductorio. Después a una cata, a otro, a otra, y así me terminé anotando en el curso de Sommelier de Té, que terminé hace poquito. En el medio, me leí todos los tea blogs existentes en nuestra amiga internet y fui consiguiendo materiales; fui oliendo, probando y escribiendo. Pero, aclaro (por si están leyendo esta entrevista antes de leer las estrofas que elegí para compartir), Para tomar un buen té no es un manual sobre té, lejos de eso. Si bien tiro data sobre el tema, es un libro de poesía para leer y disfrutar como cualquier libro hecho de versos y de estrofas. Aunque con este, espero, se van a tentar y van a poner la mesa para jugar en equipo.



"Para tomar un buen té" (fragmentos desordenados)

Para tomar un buen té
hay que tener una tetera
que lo quiera
que lo abrigue,
le dé abrazos de porcelana.
También hay que elegir
un lindo juego de tazas
que sean para el té
pequeñas casas
sin asas y sin llave
con puertas abiertas
para quienes quieran probar.
El té es un tipo romántico,
cuando se enamora, ¡qué viaje!
Se pone su traje brilloso
y se entrega al maridaje.
Dicen que un té verde de Japón
se casó con un pescado
y otro verde nacido en China
vive con un bol de fideos enredados.
Oolong: suena a “uh, qué largo”,
parece que es un té azul
que le gusta estar solo
y también acompañado.
De todas las ceremonias
en tierras lejanas,
la menos traviesa es la japonesa.
Se siguen las normas a capa y espada
¡espada de samurái!
En la tetera se pone
agua bien caliente
y en el agua, un infusor
como una canastita,
un pequeño colador.
En el infusor se colocan,
con amor y con cuidado,
las hebras, hojas, cascaritas
pimientas, flores y clavo
de olor
o lo que pida el corazón.
El té también tuvo un principio
como un cuento, un puntapié:
Había una vez un líquido
que sabía curar las penas
del alma
la tos
el sapo en la panza.
En esos primeros tiempos
al agua, mientras hervía,
se le echaba una pizca de sal,
como si en la pava se fabricaran
olas, agua de mar.


Fotografía:Micaela Colace.