Morir cuerdo y vivir loco (Y otros cuentos) / Daniel Miguel Forte

Con predilección por los autores vivos y abiertos a la charla, EME nos presenta una serie de cuentos que permiten disfrutar de los distintos movimientos dentro de la escritura del autor.
Morir cuerdo y vivir loco (Y otros cuentos) - Daniel Miguel Forte - cuentos - narrativa - Eme - Mirta Caré - Prosa Editores



¿Por qué leer siempre a los mismos autores? Los nombres que nos suenan. Leerlos está bien porque casi siempre son garantía de satisfacción. Pero, ¿por qué no animarse a buscar, por qué no indagar, bucear, arriesgarse por algo nuevo? Me gusta leer autores contemporáneos, me gusta más si están vivos, y más todavía si se dejan preguntar. Pero también me gusta alejarme de la superficie y descubrir. Si bien Daniel Miguel Forte no es un autor “nuevo” ya que tiene una larga trayectoria, es uno de esos nombres que no encontramos en las vidrieras de las librerías más conocidas ni en las mesas de novedades. Y sin embargo, a mí –que ya lo leí bastante– no deja de sorprenderme. Daniel es Ingeniero Electrónico; cómo llegó de ahí al taller literario de Homero Manzi y después a publicar el poemario El Verbonauta, es sólo una de las cosas que voy a tener que averiguar, pero no acá, no ahora, lo dejo para una próxima ocasión. Ahora es el turno de su último libro publicado: Morir cuerdo y vivir loco.


Yace aquí el Hidalgo fuerte
que a tanto extremo llegó
de valiente, que se advierte
que la muerte no triunfó
de su vida con su muerte.
Tuvo a todo el mundo en poco;
fue el espantajo y el coco
del mundo, en tal coyuntura,
que acreditó su ventura
morir cuerdo y vivir loco.

Así, con el epitafio de Sansón Carrasco a la sepultura de Don Quijote a modo de epígrafe, comienza el primer cuento, que yo siento como un homenaje al «Príncipe de los Ingenios», es decir, Miguel de Cervantes Saavedra, y en el que nos encontramos con un Don Quijote y un Sancho Panza totalmente confundidos que, tras despertarse con el bullicio de una ciudad caótica, se ven sumergidos en una realidad que los sorprende y los supera: “carros” que se mueven sin caballos, gente que habla sola por las calles llevando objetos maléficos en sus manos y marchando como embrujados... Un Don Quijote y un Sancho Panza enfrentados a un enemigo que tiene más que ver con nuestro mundo actual que con la realidad a la que ellos pertenecen. Una historia cargada de emoción, de esas emociones que sólo pueden despertar los locos lindos y los amigos fieles.

Pero ése es tan sólo el inicio de un libro que no puede ser encasillado en un género, ya que el conjunto de los cuentos aparece como una especie de muestrario que, lejos de quitarle identidad a la obra, la enriquece.

Me encantó no encontrarme con las huellas del autor en todos los textos, descubrir que puede desprenderse de esos temas recurrentes en su escritura y que me resultan familiares, esos que incluyen soldados, guerras, crítica social –pura y dura– o aventuras espaciales, temas que, por otro lado, aborda con total fluidez y conocimiento de causa (o al menos eso es lo que me hace creer; nunca se me ocurriría pensar que Daniel no estuvo piloteando un avión de guerra o en una huida al espacio exterior). Me gustó mucho verlo desprenderse de ese estilo que lo caracteriza y darse a conocer en esas otras facetas –la onírica, la romántica, la divertida, la erótica– en las que también se mueve como si siempre hubiese estado ahí. Y tal vez sea así.

Los textos en los que Daniel se despacha con toda la artillería pesada no son fáciles de digerir: hay tripas, sangre, sesos y una gran variedad de formas de sufrimiento y de dolor. La tensión arrecia y por eso, cuando entre la violencia el autor se muestra en alguna de sus otras facetas, se agradece. Ahí es donde nos encontramos, por ejemplo, con “Cornelio” o con “Cesáreo”, cuentos que me recordaron a Rebelión en la granja, ya que en ellos, al igual que en la novela de Orwell, los animales son los protagonistas de la historia y se rebelan contra las normas. O con una adaptación de “El pastorcito mentiroso” que anuncia una clase de lobos muy distinta a la del cuento original.

El cuento “El origen” es uno de los que más me gusto: por la sensación de movimiento que produce y porque la gracia con la que está narrado me hizo imaginar a una bailarina disolviéndose en el aire:

“La primera vez que huyó alejándose cada vez más de ese punto se desdobló y se vio a sí misma corriendo y perdiendo de a poco cada una de sus moléculas, las que curiosamente volvían al origen. Sus ropas se disolvían, su piel desaparecía, ahora era una masa de músculos en permanente disolución, los humores se esfumaban en pequeñas gotas y se reagrupaban en el origen…”

La acción que se repite durante el cuento se transforma en imagen durante la lectura y va creando en el lector una sensación de movimiento que persiste durante todo este fantástico viaje hasta su destino.

La versatilidad de Daniel no termina ahí, pero hasta acá llego yo. Ahora te toca buscarlo a vos.



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EME. Es columnista y realiza tareas de difusión y producción en Revista Qu (revista impresa de literatura y artes plásticas). Participa del armado y coordinación de las “Varietolas” y de presentaciones de libros. Le gusta tomar mate y leer en patas. Lee todo lo que le caiga en las manos, pero si tiene que elegir prefiere autores contemporáneos. Colabora en la selección de textos, corrección y edición de diversos proyectos literarios. Forma parte del equipo de Revista Kundra y El Café Diario. Realiza aportes para TrenInsomne, y otros medios digitales. Le gusta escribir reseñas y cada vez le apasiona más realizar entrevistas. Participa de talleres de lectura, y le encanta el submundo Blogger, donde bucea y escribe pavadas, en una, o en varias líneas. Todo lo que no hizo lo está por hacer.Notas de EME