Querida feria





Querida Feria:

Todos los años, cuando tu apertura se acerca, o ya se acercó, o ya se fue, vuelvo a preguntarme lo mismo. Y, la verdad, no tengo idea. De tantas, no sé cuál fue la primera. Esa vez que supe que adentro tuyo era feliz, que si creía que una biblioteca con sus cientos de libros era el paraíso todavía no estaba lista para vos, con tus millones y millones y millones de páginas ocupando más espacio del que hay y tanta gente desesperada nadando entre tus mares intentando llegar a esa isla que más cómodos los tendrá. Supongo que todas las veces te llevan al principio, a esa vez que tu vida cambia para siempre porque cuando hacés algo nuevo tu composición interna inmediatamente se modifica (en tu caso, siempre siempre a algo mejor). Todas son la primera y la última, porque entrarte siempre es nuevo y dejarte significa una sensación eléctrica en el cuerpo, medio de ensueño, parecido a ese momento entre dormir y despertar cuando es imposible sacudirte los restos de sueño de tus ojos.

Pero no sé muy bien decirte qué sos para mí porque sos tanto, tanto y tanto. Es tonto, ¿no? Digo, esto de tenerle tanto amor a un espacio que, objetivamente hablando, es un campo gigante con un par de palos y quintillones de hojas. Ja, qué tonta, deben pensar aquellos que me escuchan cuando con emoción digo que me voy al mediodía porque voy a pasar toda la tarde en la feria. Me dicen qué estúpido pagar para ir a ver libros (¿perdón?) y tengo que morderme la lengua antes de tirarles algo por la cabeza (o decirles que, disculpas, pero tengo un blog donde lo único que hago es parlotear sobre mi amor por los libros y aparentemente haberme animado a crearlo es suficiente para pagar mi entrada). Y, sí, tal vez es “estúpido” a sus ojos, pero son pocas las cosas que cada año me traen tanta emoción como ir a verte de nuevo y de nuevo y de nuevo. Porque sos tantas cosas; pienso en vos y se me arremolinan en la cabeza recuerdos de visitarte de muy chica, con mis papás, de más grande con uno o con el otro o con los dos y mi hermano, de correr desesperada intentando encontrar ese libro que sólo tenés vos porque no se consigue en ningún otro lado (agotado, no lo traen hace diez años, hace veinte que no lo imprimen, no tengo idea de qué me estás hablando). También, cómo no, traés un poco de esos chillidos de niños caprichosos (que, muchas gracias, ya tengo suficientes de esos con mi hermano), gente empujándote u horas de fila para verle por cinco segundos la cara a ese escritor que tanto amás y que ya cansado escriba tu nombre como pueda y te diga “gracias por venir”. Aunque sí, tenés razón, esto último no es un mal recuerdo porque no sé si hay algo más lindo que ver a esa persona que sembró magia adentro mío y poder agradecerle cien veces por esas palabras tan pero tan hermosas que nos regaló con todo su amor.

Así que si me preguntaran qué significas para mí, diría que mucha felicidad puesta en un solo lugar, en piernas cansadas pero vibrantes, en agarrar las manos de mis papás para no perdernos, en todavía no saber leer tu plano, en escuchar a mi mamá compartir su amor con todos los editores que nos encontramos (y verme a mí sonriendo atrás o mirando para otro lado porque la timidez no me la sacás ni vos), en las enormes sonrisas, exuberantes de una alegría mágica, que se clonan en los rostros de aquellos que acaban de conocer a su escritor favorito. Tu nombre me lleva a pensar en una vez que con mis papás nos tiramos en el pasto a escuchar a Eduardo Galeano, cuando todavía era muy chica para entender varias de las cosas que estaba diciendo (pero algo me habrá llamado mucho la atención, porque terminé leyéndolo apenas llegué a mi casa), o cuando tantos escritores que amo con todo mi corazón llegaron a escuchar mis “sos lo más, gracias por escribir tan bien” que de otra forma no podrían haber sido entregados. Sos un conector de pasiones, el punto donde todos los amores compartidos se encuentran una y otra vez para alimentarse entre sí y volverse cada vez más grandes; y tal vez la paz que siento en tus brazos no es la realidad, tal vez no me gusta del todo lo que está esperándome del otro lado, pero adentro tuyo puedo fingir que el único sentimiento que importa es la felicidad, y está todo bien porque, por un rato, lo es.





Pueden leer el resto del Especial de la Feria del Libro 2017 acá



=========================================================================

Floreana Alonso.Floreana es la más joven del grupo. Estudiante y escritora en ciernes. Lleva adelante su blog BookSick desde hace varios años, escribiendo reseñas de libros y contando sus experiencias con la literatura. Floreana es una chica acostumbrada a escribir sobre otros, sobre personajes inventados que existen sólo en lo más profundo de su cabeza o en las palabras que se le escapan de entre los dedos, por lo que las biografías siempre se le complican. Lo que puede decir es que participó de dos talleres literarios y que lee más de lo que escribe. Además, es ganadora de la Mención Especial del Concurso de Cuentos Cortos de la Universidad de Belgrano edición 2017, Saint Andrew's Writing Competition 2012, 2013, 2014 y es una de las seleccionadas para participar del Festival Clave 13/17 en Escritura Libre organizado por el Centro Cultural Recoleta. Entre sus escritores favoritos puede encontrarse a Cortázar, Sylvia Plath, Samantha Schweblin, Bukowski, Rimbaud, Rodrigo Fresán y Haruki Murakami, entre otros. Notas de Floreana