Nikita Gill está enojada y dispara

Nikita Gill -

La autora británica-india se la juega en el vórtice entre la posacademia y la instapoetry


Gran Bretaña se encuentra atravesada por una historia colonial sangrienta y, a su vez, por sus respuestas al centro. Cargada de diversidad étnica en comunidades que representan multiculturalidad –e interculturalidad–, ha configurado entre sus discursos y textualidades literarias grandes nombres emergentes que han hecho ecos de esta tradición y han dado una “Otra” voz a la misma.

La primera ola de inmigrantes provino de Jamaica en 1948. En la actualidad, el carnaval de Notting Hill celebra esta herencia caribeña. Entre 1950 y 1960 la composición cultural estuvo marcada por indios, bangladesíes y pakistaníes. Hacia 1970, asiáticos y refugiados ugandeses migraron, seguidos de somalíes durante la década del noventa. En los últimos años, los movimientos se produjeron desde Europa del este hacia Londres y Gales. Esto, sin dudas, construye un clima vibrante y conflictivo, en igual medida, entre las culturas en contacto y, al mismo tiempo, hacia dentro de ellas, entre las diferentes generaciones existentes. Si bien el respeto a la identidad cultural se encuentra en el núcleo de los programas educativos, con “community-based projects” que buscan desarrollar aceptación e integración de las diversas culturas y lenguas, el clima de época agita con fuerza los vínculos entre ellas, muchas veces, empoderando la violencia.

En el marco de esta confluencia, aparece Nikita Gill, poeta británico-india que reside en el sur de Inglaterra, a la que muchos también definen como una “instapoeta”, ya que mucha de su producción literaria circula en Instagram. Sin embargo, Gill sabe para qué lectores escribe en cada caso. Es capaz de crear lo que ella caracteriza como “poesía de estilo académico” versus “instapoesía”, estableciendo una clara diferencia en la estética, el largo (considerando el encuadre limitado de foto que propone Instagram), y la audiencia

Ha publicado en el Literary Review, especialmente poemas que van dirigidos a la comunidad asiática. Ahí, afirma, encuentra el canal de comunicación con su propia cultura en contraposición con la agenda global que maneja Instagram.

Sus temas enlazan la construcción de la figura femenina en Nueva Delhi –la mujer como Otro–, y el poder, en el sentido foucaultiano de la categoría. Y no es casual la marca territorial, ya que Gill se formó en la Universidad de Nueva Delhi y es allí, según ella, donde moldeó su personalidad y su persona, su yo poético.

A los 24 años migró a Londres y, como outsider por primera vez, descubrió el empuje y origen de su poesía. “Estoy enojada desde los 12 años de edad”, explica en una entrevista durante el Literature Festival 2018 de la Asia House Bagri Foundation, y de ese modo contextualiza su engranaje poético.

A los 12, cuenta, pasó por una experiencia que le hizo modificar la percepción acerca de su madre. Estaban caminando juntas en un mercado cercano a la Universidad de Nueva Delhi cuando un grupo de chicos las empezó a seguir y a hostigar verbalmente. Gill lloraba mientras su madre permanecía estática. Nunca había podido entender, hasta ese momento, cómo alguien con absoluta impunidad ejercía la acción de reducir a su madre –a quien ella consideraba una diosa– al nivel de un pedazo de carne.

Desde eso momento, asegura, está enojada. Y ese fue un enorme impulso para encontrar su subject matter, su universo poético: su tono, color y yo. Quizás en uno de sus últimos poemarios, Fierce Fairytales: Poems and Stories to Stir your Soul, en el que reescribe cuentos maravillosos tradicionales con un giro sobre los personajes femeninos, sea posible encontrar estos elementos, especialmente el enojo y la fuerte vibración de su voz.

Pero no es ese el único lugar. Como sabemos, en esta época, no todo sucede en libros, y mucha de la poesía de Nikita es compartida en Instagram. La “instapoetry” no existe, sostiene, Instagram es un medio, no un género. Y con la misma fuerza con la que escribe responde a aquellos que en el mundo académico se encargan de denostarlo como tal. “No estoy de acuerdo con el elitismo que cerca a la poesía”, comenta, siendo ella una académica. “Detesto esa postura de ‘no podés entender la poesía a menos que tengas un MFA’ (Maestría en Bellas Artes). Muchos intelectuales del establishment critican la poesía por Instagram, pero bueno, evidentemente ellos tienen mucho para decir sobre nosotros, y nosotros poco para decir sobre ellos, al menos, en el aquí y ahora. Para mí, hay un enorme grado de representación que se da sin filtro a través de este medio. Poder lanzar tu voz hacia afuera democratiza el proceso, y es esto lo que al establishment en el fondo le molesta. ¿Por qué la poesía dirigida a las masas debería ser algo malo?”, se pregunta y cuestiona al auditorio de la Asia House Bagri Foundation.

Sin dudas, Gill toca una fibra que intelectuales y no intelectuales de las Letras y los Estudios Culturales discuten por igual en sus respectivos “mundillos”, pero con distintas herramientas.

Por ejemplo, si pensamos en Argentina, en su tesis doctoral, “Lecturas de la tradición en la poesía argentina de los noventa”, Marina Yuszczuk utiliza como punto de partida para aproximarse a la categoría de poesía emergente la definición de Raymond Williams en Marxismo y literatura, esto es, “los nuevos significados y valores, nuevas prácticas, nuevas relaciones y tipos de relaciones que se crean continuamente” durante el procesamiento de la tradición y su posterior vinculación con la cultura de masas. Esto supone un desplazamiento del campo netamente literario al campo cultural, que se encuentra atravesado por una multiplicidad de eventos y sistemas como la revolución tecnológica, la globalización y el neoliberalismo, entre otros. En definitiva, ciertos componentes estéticos, ideológicos y culturales siempre se recuperan o rupturizan en los procesos de apropiación e intervención, y cada cual, desde su lugar, se sumará a algún binarismo.

Quizás con el único punto que me permitiría polemizar con Gill sería en el de la concepción binaria bueno / malo. El gusto estético no permanece en statu quo. De hecho, hay cantidades de movimientos, vanguardias y posvanguardias que lo ponen en cuestionamiento. Lo bueno / malo en el mundo literario en general nace del ego, y se aleja de la crítica que, desde su especificidad, inscribe, analiza y valora según una tradición, un movimiento, una vanguardia, y una reescritura o posescritura de la misma. El analista no se pronuncia sobre lo que está bien o lo que está mal. Por el contrario, contextualiza y problematiza. Para lo demás, existe Twitter.

Es claro que este issue ofrece un abanico de entradas a la discusión, que seguramente abordaremos en otro artículo más adelante. Por el momento, Nikita Gill, desde allí: su lugar en la diáspora, en consonancia con varios autores que se suman al debate, lo pone de relieve y sienta las bases de su postura.

Amante de Plath y Keats e investigadora académica de sus textos, se expresa a favor del análisis de ellos pero aclara que cuando escribe, desea que sus lectores experimenten una emoción inmediata; idea que se acerca al concepto de gratificación instantánea que tanto promueven las redes. Otro punto de debate.

Actualmente, se encuentra escribiendo cuentos cortos distópico-feministas y se reconoce adicta a responder comentarios de trolls, incluso, les dedica un poema. Le preocupan los algoritmos, como a todos, y está convencida de que constituyen una enorme violación a la libertad de expresión y que las leyes no alcanzan porque siempre las internet laws llegan cinco años después de lo que sucede, y las corporaciones se aprovechan de esto.

Nikita Gill está enojada. Escribe enojada, como muchos, y utiliza una enorme diversidad de medios para hacerlo. Dejamos, por último, aquí abajo uno de sus poemas con más fuerza para que alguien se atreva a traducirlo. Nikita Gill dispara. Fuego.

Nikita Gill -


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Gonzalo Zuloaga. Gonzalo Zuloaga nació en La Plata, entre sus diagonales y universidades. En 2017 editó su primer poemario Predicciones del Año Kitsch con Peces de Ciudad. A este le siguió Hackers D.O.S, fanzine co-producido con Jule Gore e ilustrado por Clara Spaltro. Es columnista de la revista trenINSOMNE, escribe para la colectiva Extrañas Noches Literatura Visceral, y comparte poemas en su Facebook y en Ciudad Kitsch su blog personal. Fue ganador de Mención Especial por unanimidad en el Primer Certamen Nacional de Literatura (2016, Conurbana.cult) en la categoría poemario por su obra Resucitando Edipos, publicada en la colección Voces del Cono Sur. Algunos de sus textos fueron seleccionados para su publicación en la revista Monolito Arte y Cultura (Méjico) y las antologías Palabras en Flor (España), En el momento del caos y Al filo del remolino (Ediciones Frenéticos Danzantes, Argentina). Participa en recitales de poesía y conduce la sección #cóctelypoesía en el programa La Terraza por Radio Provincia FM 97.1. Notas de Gonzalo