El mundo es una máquina sorda

El mundo es una máquina sorda - Gonzalo Zuloaga - Shaun Tan  - arte -

Gonzalo Zuloaga presenta un perfil de la vida y obra de Shaun Tan, autor y artista australiano: el surrealismo como la forma de conceptualizar de unx niñx


Las palabras de Shaun Tan salen de un túnel, toman la fuerza amplificadora de un megáfono, pero caen, se van del margen. De padre chino y madre australiana, dibuja y escribe una juventud amarilla y azul y esconde una fiera en los recovecos. Afuera de su lugar seguro y secreto el café está vacío con moscas pegadas muertas de tentación y deseo, traición de la naturaleza. El cuarto lleno de hojas negras hasta el cuello en una zona distinguida al norte de Perth, su ciudad natal, da origen a los monstruos más enormes. Descarados se mueven por las calles y nadie los nota. Cada otro está adentro de una botella cerrada que es arrojada al océano. El mundo es una máquina sorda. Las olas no son placenteras, rompen de repente en los ojos el espanto inevitable. Una lija con sangre. Un lijazo a los ojos. Shaun Tan formó su primer catálogo en la Universidad de WA (Australia Occidental) y ahí se graduó con una licenciatura en artes y literatura inglesa, matrícula de honor ex aequo. Sus primeros textos son un corpus de horror y ciencia ficción en código surreal y onírico; el surrealismo como la forma de conceptualizar de unx niñx, o como dice Tan “imágenes sacadas de su imaginación.” Monstruosa, ecléctica, cruda. En 2011 recibió en Suecia el Astrid Lindgren Memorial Award por sus libros álbumes: objetos lúdicos en los que textos visuales y escritos co-construyen sentido, necesitan uno del otro para plantear la pregunta, porque eso hace la obra de Tan, que nos preguntemos ¿por qué? Sus libros álbumes son ecos a la fantasía y humor de Roald Dahl, los universos de Ray Bradbury y John Christopher, Stanley Kubrick, Terry William y Tim Burton, Star Wars y Alicia, salvo que a Tan no le gusta. La elección del género libro álbum no es azarosa, es una militancia. Tan lo defiende y reivindica como género no menor, como formato poético a medio camino entre cuento y galería de arte o museo en el que experiencias breves y a veces extrañas invitan a reflexionar sobre cuestiones filosóficas.

En El Árbol Rojo dibuja el suicidio; en La Cosa Perdida la nostalgia; en Los Conejos la historia colonial de Australia; en Emigrantes el terror del silencio desde la mirada de unx niñx. La Cosa Perdida y Emigrantes son los más populares. El Árbol Rojo es de culto. La Cosa Perdida, su ciencia ficción más surrealista, también se hizo corto. Tan lo dirigió y ganó un Oscar en 2011. La Cosa Perdida es un mundo posindustrial distópico. El narrador cumple con su rutina diaria en la playa, su lugar de trabajo, cuando nota la cosa perdida: algo olvidado, fuera de lugar, evitable con facilidad. La cosa no hace nada, está ahí y parece bastante simpática. Le regala al narrador una pausa, lo lleva a su infancia, comparten y conectan a pesar de la evidente sensación de extrañamiento. Al final del día, como nadie la reclama, el narrador la lleva a la casa de Pete que “tiene una opinión sobre todo” a.k.a el todólogo. Sin embargo, esta vez se queda mudo, dice lo de siempre: está perdida, olvidemos. El narrador mira y duda. La cosa perdida va tomando la forma de distintas preguntas. El narrador sigue buscando, la alimenta de otras cosas perdidas, la esconde. En su casa sus padres no la ven aunque ocupa casi todo el living. Parece el elefante teñido del mismo color que la pared de Bansky en 2006. La cosa está siempre ahí haciendo una pregunta y uno decide deliberadamente asimilarla al color de las paredes, los sillones o la televisión para no responderla, o para no seguir preguntando. El mundo es una máquina sorda. En el mundo del narrador, hay un ministerio de cosas perdidas o inútiles, un edificio gris en el que gente gris ante cualquier consulta responde igual. Por el laberinto de burocracias en el que a nadie le importa nadie, justo antes del abandono y la entrega al cementerio de cosas perdidas, una voz arroja un mapa. Señales en el caos. “Hoy es el mañana que se te prometió” dice uno de los recortes que enmarca cada página del libro álbum, que incluye partes de diarios, revistas y diccionarios ubicados aleatoriamente al servicio del ruido de la atmósfera, del humo asfixiante de la decadencia. ¿Dónde está la humanidad, dónde está escondida?, se pregunta el narrador mientras carga con la cosa perdida, que bien podría ser un objeto cualquiera que no le importe a nadie, o algo muy valioso. La cosa perdida y el narrador llegan a ese lugar al que nadie llega a menos que se lo esté buscando. Ese mapa subterráneo los trajo a una puerta. Tan sostiene que cuando un escritor muestra su postura o verdad a sus lectores, les está ofreciendo dos caminos: que estén de acuerdo o no. Pero cuando les hace una pregunta o abre una puerta, lxs está invitando a tomar una dirección.



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Gonzalo Zuloaga. Gonzalo Zuloaga nació en La Plata el 18 de octubre. En 2016 fue ganador de Mención Especial por unanimidad en el Primer Certamen Nacional de Literatura en la categoría poemario por su obra “Resucitando Edipos”, publicada en la colección Voces del Cono Sur. Algunos de sus relatos urbanos fueron seleccionados para su publicación en la revista Monolito (Méjico) y la antología Palabras en Flor (España). Actualmente se encuentra promocionando su poemario “Predicciones del Año Kitsch”, editado por Peces de Ciudad en abril de 2017, y participando de ciclos de lectura de poesía y narración oral. A su vez, escribe para el colectivo Extrañas Noches Literatura Visceral y comparte poemas en su Facebook y su blog personal: Ciudad Kitsch “Predicciones del Año Kitsch” puede adquirirse a través de la página web de la editorial, www.pecesdeciudad.com.ar, y en Malisia Distribuidora y Estantería de Libros y Revistas, La Plata. Notas de Gonzalo