Él no era mi novio (todos los amores que no fueron)
Con la puesta en escena de Sergio Muñoz, los poemas del libro "Filósofa con Brushing" de Jimena Busefi, fueron representados en un espacio diferente a la clásica literatura
El sábado 27 de enero tenía agendado un evento impostergable, me había enterado que Jimena Busefi (docente y escritora) se presentaba por primera vez junto a Sergio Muñoz (poeta, actor, profesor de Hatha Yoga, Tai Chi, Yoga Pilates y Stretching Masajista y Reikista a domicilio) con la performance Él no era mi novio, basado en el libro de Jimena Filósofa con Brushing. Yo leo el libro de Jimena, y lo digo así, en presente, porque para mí es una lectura casi cotidiana; su delicadeza poética, sus imágenes para hablar de la ciudad, la soledad y el desamor hacen que siempre esté presente en mis días. También había leído el poemario de Sergio (Sempiterno) su crudeza y honestidad me dejaron sin habla, además lo había visto bailar en un ciclo llamado Entrevero, del cual ya les hablé y lo vuelvo a mencionar porque me contaron que fue allí cuando ambos se cruzaron -Jimena leyendo, Sergio danzando- y nació esta propuesta. El combo: ver a ambos en acción, me parecía de lo más seductor. No me lo iba a perder.
Llegué temprano a San Telmo (Espiche es un lugar ideal para estas cuestiones artísticas) y tuve el lujo de presenciar el ensayo y charlar con los protagonistas.
Jimena me contó que cuando surgió la propuesta de realizar este espectáculo sintió que había en Sergio una sensibilidad muy grande, una necesidad de transmitir su arte. Él, según le contó, la escuchó leer y en el eco de su voz repitiendo el verso "él no era mi novio" percibía una emoción aguda, una tristeza casi desesperada. Ese verso es la columna vertebral de Kintsugi, poema que abre el libro, y tiene esa poderosa capacidad de transformarse en un mantra, porque es un canto de legitimación de las relaciones no convencionales, que al fin de cuentas son también vínculos de amor. Ahora, Él no era mi novio como performance, es un recital poético en el que confluyen otras expresiones del arte, es un poema susurrado bajo la luz tenue de este bar en San Telmo.
Por su parte, Sergio me contó que lo que van a hacer busca apropiarse del espíritu de Filósofa con Brushing y apelando a otras disciplinas (danza contemporánea y audiovisual) encontrar otro soporte para el libro. Otra forma de contar y visibilizar este hermoso e intenso poemario. Es un cambio de envase para estos poemas.
Los escucho atenta, los admiro a ambos, estoy ansiosa por presenciar este ensayo. Les pregunto lo obvio, qué esperan que suceda en el público, si están nerviosos.
Jimena, quien también supo incursionar en el teatro y la danza, responde enseguida: “Sí, totalmente. Espero que el público reciba algo estético y dinámico, que no se aburra y perciba la poesía desde otro lugar. La ciudad enmarca esa voz evocadora y nostálgica que hay en el poemario”.
Sergio agrega: “Muy. Particularmente me pongo los proyectos al hombro. Siempre. Sean sólo o en grupo, con temporada o única presentación, para teatro o espacios no convencionales. Los textos no son propios y la idea es respetarlos todo el tiempo, y eso es una limitación autoimpuesta que tiene que ver con el respeto con el arte de la compañera. El desafío estaba en aceptar la propuesta de Jimena y acoplarme a ello. Lo mismo sucedió a la inversa. Tuvimos que dialogar sobre las propuestas de cada uno y ver cómo íbamos a articular nuestros lenguajes; cediendo y a la misma vez respetando la tendencia propia”.
Ambos quieren llegar al público desde un lugar no-definible. Romper la forma para que una lógica diferente logre abrir los espacios entre las palabras de cada verso y se respire otra realidad. Que el público se percate de que la performance ya ha comenzado, que descubran otras formas de habitar este espacio, sostener una mirada abierta a lo que sucede; aquí y ahora.
Después del ensayo, me tomé una cerveza con ellos, y esperé, no menos impaciente, a que llegara la gente. Tuve el disfrute íntimo de sentirme una privilegiada, de haber visto primero todo. Sabía cómo se maravillarían al ver la puesta en escena.
Las luces bajaron, Jimena apareció saludando desde el primer piso, vestida de novia. Sergio rondaba como un fantasma, como el novio que no era, era una sombra respetuosa alrededor de Jimena, que a veces, como todas las sombras, cobraba más fuerza. Las sombras pueden asustar, pero también ponen en eje a uno, a veces. Eso hizo Sergio, marcó el pulso del espectáculo. Y Jimena acompañó, porque un poeta sabe que debe hacerse amigo de las sombras para poder crear, uno se acerca lo necesario y el poema resulta una sacada de lengua a esa sombra.
Jimena leía, se cambiaba el vestuario, se dejaba poseer por sus propios versos, prendía un cigarrillo, bailaba una canción, cantaba. Por momentos sólo había silencio, por otros ruidos de llaves, de trenes, y hasta el gran acierto de un secador de pelo enloquecedor dando el pie para que todo inicie. Todo acompañado con un video que sólo indicaba los nombres de los poemas que iban sucediendo, y permitió la lectura completa al final del broche de oro, Kintsugi. Una conjugación exquisita de poesía y danza, el mismo lenguaje, pero distinto. Sergio como complemento del desgarro de cada verso, Jimena, desdramatizándolo a su vez. Un equilibrio perfecto.
Aplaudí, por segunda vez ese sábado. Pero esta vez fue acompañado de muchos otros aplausos, fervorosos, agradecidos. Jimena y Sergio dijeron unas palabras, se agradecieron mutuamente el respeto, la confianza, las energías. Jimena dedicó la performance a todos los amores que sí son, y no a los que no fueron. Para eso, está su hermoso libro.
Las ganas exigían la pregunta final. ¿Habrá segunda vuelta para este show?
Sergio dice que espera que sí. “Es una experiencia nueva, desde diferentes puntos de vista, para ambos. Para Jimena porque nunca estuvo involucrada en ningún evento escénico, aunque lee en público sus poemas y eso ya es un evento escénico. Y para mí, si bien tengo veintitrés años de experiencias escénicas, aún me parece extraño cuando me vuelan mariposas en la panza. Pero es un espacio nuevo, con una propuesta diferente (con la autora de los textos en escena) y esperamos que se abra la posibilidad en otros espacios, para seguir abriendo este libro aún más. Si bien me interesa más entrar en el universo de la dirección, no quita la posibilidad, y las ganas, de hacerlo en otras oportunidades”.
Jimena también desea volver a hacerlo y espera que en cada representación se vaya consolidando y agrega: “tiene mucho por pulir y lo lograremos, creo que con Sergio tuvimos buena comunicación y mucha onda, él entendió mi sensibilidad y yo la suya. Es distinta del libro porque está la hermosa voz de la autora (risas) y la plasticidad de un cuerpo (el de un bailarín”).
Yo, cuando pienso en la posibilidad de que este espectáculo crezca y gire, sólo puedo hacer una cosa: cruzar los dedos.
=========================================================================Ivana Ryls.Es poeta y editora. Porteña hasta la médula. Ama el invierno, detesta la humedad. Su bebida preferida es el Whisky. Lo prefiere escocés y con “dos peces de hielo”, como reza la canción. Notas de Ivana