Agustín Busefi, un retrato

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Agustín Busefi, actor, director, dramaturgo, poeta, una vida llena de arte y aventuras


Es el residente más antiguo de la Casa del Teatro y por los pasillos de ese refugio de artistas puede vérselo ensayando algún monólogo, recitando a Rafael de León o, nada más, calentando el agua para el mate en la cocina compartida, mientras hojea el diario y tararea alguno de sus amados tangos. También, es habitual encontrarlo probándose trajes para su próximo estreno, en la feria de ropa que funciona en la planta baja del edificio, esa construcción art decó, sobre la avenida Santa Fe, en la que desde 1938 se erige la Casa fundada por la soprano y benefactora Regina Pacini. Alguna vez, Agustín Busefi escribió un guión basado en la vida de esa mujer y lo llevó a escena junto a su compañera, la actriz y cantante Analia Caviglia con quien comparte la vida y el arte. Juntos fundaron el Grupo Desde la Verdad, nave teatral que Busefi conduce desde hace más de veinte años, y en la que lo acompañaron otros directores como Salvador Amore y Alejandro Cuesta, y escenógrafos de la talla del recordado maestro Ernesto Lerchundi. Agustín escribe, dirige, actúa, produce y difunde sus obras y, con ellas, anda por el mundo irradiando la luz y la fuerza de sus jóvenes 83 años; edad que, lejos de acobardarlo, le da cada vez más empuje para trabajar sin descanso. Aunque cueste creerlo, hace unos meses filmó un corto para España en el que se besaba con una modelo veinteañera después de caminar desnudo por la playa, y, hace un año, publicó Sombras de Universo, su cuarto libro, con poemas y relatos escritos durante la cuarentena del apocalíptico 2020.

Tal vez porque su filosofía es no darse por vencido es que siempre redobla la apuesta y se anima todavía a probar suerte: participa de castings y concursos y, aunque su nombre no suene demasiado y su rostro no sea conocido en los medios oficiales, su voz de actor clásico y su largo pelo canoso hicieron de él un verdadero personaje que bien podría ser protagonista de más de una seriede Netflix o de un largometraje.


Agustin Busefi

Nacido en el pueblo de Pehuajó, en el seno de una familia numerosa, fue apadrinado por una monja y un presidente y creció escuchando la leyenda guaraní del lobizón que asegura que el séptimo varón seguido se transforma, durante las noches de luna llena, en una extraña criatura. Pero no fueron estas leyendas las que él cultivó. Sí, en cambio, las de Las mil y una noches, que le narraba su padre, un libanés que le legó una profunda espiritualidad y el amor por las letras.

Desde muy joven, Agustín (en ese entonces conocido por su seudónimo, Raúl Montreal) empezó a transitar los cafés literarios y las escuelas de teatro. Y, allá por los años sesenta, se acercó tímidamente al under porteño para actuar y recitar en distintos lugares, como la casa de Hamlet Lima Quintana, donde una joven Alejandra Pizarnik, una noche, alabó sus poemas, y en los jardines del Palacio Noel (hoy Museo Fernández Blanco) junto a su amiga, la escritora Susana de Aquino. Por esos años escribió su primera obra, Cita en las brumas, y empezó a alquilar salas, como la del teatro Lasalle, donde, además de la citada obra, interpretó también Las manos de Eurídice, el monólogo de Pedro Bloch. Sus “quijotadas” lo hicieron “emprender tareas ciclópeas y sostener el cielo en una mano”, como dijo de él alguna vez la poeta marplatense María Wernicke. Y tal vez por eso, por sus delirios de Quijote moderno, a los veintitrés años decidió embarcarse en el Vapor Provance, cruzar el océano sin más capital que sus sueños y llegar al Viejo Continente a probar suerte. En Europa, hizo de todo un poco y hasta tuvo el privilegio de actuar en películas antológicas como El Cid Campeador o Rey de Reyes, conocer a la mismísima Sofía Loren y ser el amante ocasional de una desconsolada Ava Gardner, que en esos días lloraba desconsolada y pasada de copas el abandono de su gran amor: Frank Sinatra. Pero no eran estrellas atormentadas por el alcohol y la fama las que buscaba Agustín Busefi en aquel viaje iniciático sino posibilidades de trabajar y ganar unos pesos que le permitieran, al menos, sobrevivir y volver a Buenos Aires. Fue extra en cine, cargó bolsas en el puerto de Hamburgo, se desempeñó como administrativo en una embajada y cumplió un rol por el que no cobró pero le dejó un recuerdo imborrable, al que siempre vuelve y que, cada vez que tiene la oportunidad, cuenta orgulloso: fue el primer corresponsal de Perón en el exilio. Suena exagerado, sí. Pero a él le gusta llamarse así porque cuando visitó al ex presidente le llevó cartas de un funcionario y, también, un atado de cigarrillos de la marca preferida del General. Juntos, hablando de política y de religión, compartieron un café y fumaron un par de rubios frente a la ventana que daba a los jardines de El plantío. De todas maneras, no sólo el peronismo es parte de la historia de este bohemio de los que ya no quedan. Los teatros, por supuesto, también lo son. El Auditorium o el Cólón de Mar del Plata, la Casa argentina en Paris, viejos teatros de La Habana o de Maracay, en Venezuela, lo recibieron alguna vez con aplausos.

Quien quiera conocerlo puede buscarlo, en el verano, en la cartelera de los teatros independientes de “La Feliz”, donde desde hace veinticinco años ininterrumpidos actúa junto a la talentosa Analía Caviglia, o acercarse, alguna noche, al teatro de Congreso, donde, cada tanto, representa sus obras: el mítico y bello Empire, poblado de fantasmas. Ahí y en la Casa del Teatro pueden encontrarlo, al igual que a otros personajes que como él son emblemáticos de nuestra ciudad y nuestro tiempo.



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Jimena Busefi. Nació en Bs.As. en octubre de 1971. Es docente y escritora. Alguna vez, publicó una novela, Contra el revés del cielo (Grupo Ediciones del Árbol, 2010) y alguna vez, también, se animó a escribir teatro (sus obras Ausencias y ¿Qué día es, Azucena? fueron representadas en dos festivales de Teatro X La Identidad). Obtuvo menciones de honor y premios en distintos concursos de cuentos. En el año 2019 fue Primer Premio a la Producción Literaria, Género poesía, en los Concurso Anuales de Arte de la Legislatura porteña y en el año 2016 obtuvo el Tercer Premio de Poesia en el mismo Concurso, reconocimiento que la impulsó a publicar su primer poemario, Filósofa con brushing, con Peces de Ciudad Ediciones. En 2020, publicó el libro de poemas "Los viajes que no hice" (Halley Ediciones). Notas de Jimena